27 de noviembre de 2011

Prefacio

Aquel mismo dio se dio cuenta de no encajaba en ningún sitio. No estaba segura de si era el mundo que la rodeaba lo que la hacía sentirse así, o simplemente era el hecho de que era completamente diferente a lo que en ese mundo se buscaba de ella.
Una tarde de cine, absolutamente normal, una noche al azar, para darse cuenta de que no se equivocaba. De que, por mucho que intentase ser como los demás o aparentar serlo, no funcionaba. Parecía que todo iba en su contra. Fuese el lugar que fuese donde ella tenía que encontrarse, pasaba desapercibida, no importaba cómo vistiese, cómo actuase ni que pronunciasen sus labios, parecía invisible, parecía no existir a los ojos de los demás. Resultaba irónico haberse dado cuenta en la oscuridad de una sala de cine, pero tenía que aceptarlo.
Destinada o no, estaría siempre sola.

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