23 de enero de 2012

Capítulo 8: Rangos.

Sobresaltada tiró el cigarro al suelo y lo apagó con la punta de su zapato. Se giró avergonzada. Era lo que le faltaba. Perderse en aquella mansión mientras su padre seguía esperándola en el recibidor y aquella voz que acababa de decirle que estaba terminantemente prohibido estar donde estaba. ¿Qué más podía suceder? Levantó la vista y se quedó petrificada en el sitio, como si de una estatua de hielo se tratase. (Si en ese momento hubiese tenido una copa en la mano esta se hubiese precipitado al vacío sin miramientos).

-Lo siento pe… perdone mi atrevimiento. No sabía que era la hija del General. – se disculpó mientras agachaba un poco la cabeza.
-No… no tiene importancia. – respondió en apenas un susurro.
¿Hija del General? Pero de qué iba todo aquello y quién era él. ¿Realmente estaba entre el servicio?
-Su padre aún la espera en el recibidor. – le dijo, anulando toda la concentración que estaba empleando para asimilar aquella información.
-Buscaba el servicio, pero me perdí en el intento. Si usted pudiese acompañarme hasta…
-La llevaré junto a su padre. Será todo un placer. – la interrumpió mientras le ofrecía su mano.

Jane titubeó hasta que finalmente se acercó a él. Este se la cogió.

-Aún no me he presentado… Soy Marcos – y tras aquellas palabras se la besó. – Encantado de conocerla.
-I.. i… igualmente – le respondió completamente ruborizada.

Nada más mirarse sintió la conexión. Había algo en él que hacía que solo quisiera estar cerca de él, no sabía el qué exactamente. Jamás había sentido algo así. Y… y cuando sus labios rozaron su mano un pequeño calambre recorrió su espalda.

Se fijó en su mano izquierda. Había un pequeño tatuaje justo encima del inicio del pulgar. Era un tanto raro, sólo consistía en números: 486251 Se quedó con la observación sin dar mayor importancia y le siguió por los pasillos.

-Perdone que se lo pregunte así, en frío, pero… Usted ¿qué es? Quiero decir, mi padre es General. ¿Y usted?
-Soy Coronel. – se giró para ver su expresión y al ver que no sabía muy bien su posición se la explicó. - Eso significa que soy segundo en línea de sucesión. Sí su padre faltase o  alguno de los otros generales (aunque vuestro padre es el más veterano e importante) yo sería el sustituto de ellos ya que soy uno de los pocos que está en el rango anterior.
-Entiendo.
-Quizás este tema la aburra un poco pero… ¿ha pensado en alistarse ya?

¿Alistarme? ¿Pero de qué va todo esto? No entiendo nada.

-Emmm bueno, aún he de hablarlo detenidamente con mi padre. – respondió improvisadamente para salir del paso.
-Está a tiempo. Aunque he de decirle, y no quiero asustarla, que no creo que tenga otra opción.
-¿Cómo?
-Veo que no sabe mucho del tema. ¿Su padre no ha hablado con usted aún?
-Pues siendo sincera no. No sé de qué va todo esto.

-Jane, cielo – gritó su padre entre la multitud.

Había pasado el tiempo demasiado deprisa, ni siquiera se había dado cuenta de que ya habían llegado al recibidor. ¿Por qué no habría caminado algo más despacio?

-Creo que tendremos que dejar la conversación para más adelante. Siento dejarla con la palabra en la boca. – y tras aquellas palabras desapareció entre los invitados en apenas unas milésimas de segundo.

Jane se quedó de nuevo sola en el recibidor, en tanto en cuanto la gente iba y venía y hacían que su vestido cobrase movimiento por momentos. Su padre la miraba inquieto. Ella asintió, y finalmente decidió aproximarse.

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