26 de febrero de 2012

Capítulo 11: La Resistencia.

Un gran estruendo enmudeció a toda las parejas que bailaban. Marcos no pudo hacer otra cosa que proteger con su cuerpo el de Jane, que había caído el suelo como muchos otros invitados. Salía humo de todas partes, y algunos de los camareros invisibles entre la niebla gritaban que también fuego.

William no podía dejar de preguntarse donde estaría su hija. Había escombros por todos lados, el polvo gris le quemaba la garganta. Sólo distinguía sombras y oía llantos.

Marcos seguía intentando encontrar el porqué de que nadie se hubiera dado cuenta con anterioridad de aquel ataque tan fortuito. Todos los presentes eran miembros de La Resistencia y por tanto algunos de ellos tenían algún que otro poder. ¿Cómo no haberlo previsto?

-Jane, ¡Jane! ¿Puedes oírme?
-¿General? Su hija está inconsciente. – intentó gritar mientras sufría ataques de tos. – Necesito… Necesito que siga hablando – sin evitarlo, tose bruscamente – Para poder llegar hasta usted.
-Estoy cerca de la puerta que da a las cocinas, Iris está conmigo, y hay varias parejas con nosotros. ¿Me oyes? – gritó desde la otra punta del salón.
-Sí mi general, estoy llegando. – la tos vuelve a atacarle de nuevo. – Si… Siga… siga hablando.

El cuerpo inerte de Jane sobre sus brazos no le permitía apartar los cascotes que encontraba a su paso, teniéndolo que hacer con patadas torpes. Sabía que estaba cerca, oía cada vez más próxima su voz.
El humo era cada vez mayor, las cenizas no dejaban de caer haciendo que tosiera cada vez más fuerte. Cada paso veía algo menos y más borroso.

-Veo movimientos entre el humo, sombras ¿sois vosotros?

Marcos apareció entre el tizne con Jane en los brazos, parecía un héroe salido de una película de trepidante e incesable acción, pero nada más lejos.

-Oh dios mío, Jane. – dijo Iris llevándose las manos a la boca.
-Respira lentamente y está muy débil.
-¿Cómo te llamas muchacho?
-Marcos, soy Coronel.
-Sí, te recuerdo.
-Necesitamos una habitación.
-Sí, me han dicho que la zona norte del primer piso está a salvo de destrozos, necesitamos llevarla hasta allí cuanto antes.
-Si me permite, puedo llevarla yo y que usted vaya abriendo camino.
-De acuerdo.

Comenzaron a caminar entre la niebla que empañaba cada lugar que encontraban. Sólo se podían distinguir sombras, algunas corrían, gritaban o lloraban. Otras… Otras, sin embargo, descansaban en el suelo para siempre.

Era espantoso. Aquel lugar tan increíble del que estaban disfrutando era ahora tan solo ruinas. Se había convertido en un amasijo de hierros, bloques dispersos, madera astillada…

Encontraron por fin las escaleras, también destrozadas, pero por el momento aún caminables. Comenzaron a subir, peldaño a peldaño con miedo en cada movimiento. Aquello no tardaría en derrumbarse como todo lo demás. Consiguieron alcanzar el primer piso en el que solo había una posible salida.

-Vamos a tener que dar un rodeo.
-Sí. Esto pinta peor de lo que me esperaba.
-Pa… ¿papá? – murmuró Jane abriendo los ojos.
-No te preocupes hija, cierra los ojos.
-¿qué… ¿qué ocurre?
-Shhh… No hables cielo, estás muy débil, pronto estaremos a sal…

-¡GENERAAAAAAAAAAAL! –grito Marcos con la poca voz que le quedaba.

En ese momento el techo comenzó a precipitarse sobre ellos.

2 comentarios:

  1. Ay madre!! Por favor... no dejes que les pase nada!!

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  2. tiaa que fuerte este finde debeias hber subido dos que el finde pasao no subistee

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